No se puede pensar en la infancia mexicana sin pensar en los juegos y juguetes de plástico que por generaciones han formado parte de las horas de convivencia con nuestros hermanos, primos y amigos.
Trompos, pelotas, bicicletas, muñecas y carritos, nos han acompañado, materializando nuestras ideas más aventureras, haciéndonos salir de la realidad por un rato.
Pero hay unas figuras en especial que han marcado la niñez de los mexicanos por más de 70 años. ¿Cómo es posible que unos hombrecillos musculosos, algunos ocultando su identidad, otros mostrando el abdomen, y todos con botines, inertes en sus características poses pudieran ser héroes, villanos y protagonistas de las historias más fantásticas? Esa es la magia de los luchadores de plástico.
¿Cómo nacieron los luchadores de plástico?
Cerca de la Calzada de Guadalupe, en la Ciudad de México ( CDMX ), se encuentra la casa de Fernando González, el primer niño en jugar con un luchador de plástico. ¿Y por qué ostenta ese título el ahora hombre de 68 años? Porque su padre, don Mario González, fue quien tuvo el ingenio de crear dichos juguetes.
“En un principio, mi papá era escultor de figuras religiosas, después, montó un taller en el que modelaba la madera pero ya no solo hacía santos o vírgenes, sino soldados y personajes de caricaturas; después empezó a esculpir luchadores, porque estaban de moda. Al Santo fue al primero que le pidió permiso para hacer su figura”, cuenta Fernando, desde el pequeño taller que está al fondo de su casa, y que antes era de su padre y que ahora pertenece a él.
Fernando continuó creando luchadores de plástico después de que su papá falleció
Poco a poco el catálogo se fue ampliando, llegando a tener más de 400 modelos, unos más complicados que otros, todos detallados de pies a cabeza y pintados a mano por el mismo Fernando, ya de continuo desde la muerte de don Mario hace 20 años, pero que hace desde los 13. En la oferta se encuentran símbolos de la lucha libre como Blue Demon, Blackshadow y 1000 máscaras, astronautas con increíbles trajes plateados, superhéroes, futbolistas, y también personajes como Cantinflas, Miguel Hidalgo, y Tarzán, la figura preferida de Fernando.
“Casi no hago personajes nuevos, la gente, sin importar la edad, prefiere los clásicos” y no solo los prefieren, sino que también los cuidan cual tesoro, pues hay quienes conservan sus juguetes desde hace 50 años, de acuerdo con el modelista, que actualmente está creando una colección de 10 luchadores clásicos.
¿Y cómo es el proceso de elaboración de estos juguetes de plástico?
Por medio de moldes metálicos, previamente diseñados a partir de figuras hechas de plastilina epóxica y moldes de yeso, se vierte poliuretano fundido, y dependiendo las características del personaje, se añade colorante. Después, los moldes se enfrían en agua, se abren y se pulen las rebabas de las piezas recién creadas. Este proceso le permite a Fernando hacer 50 figuras diarias, pero lo tardado llega con la pintura, pues hay que detallar ojos, boca, ropa, pestañas y cabello en proporciones milimétricas. “Pulso y paciencia” es lo que se necesita, al igual que en la odontología, carrera que Fernando disfrutó estudiar por dos años, pero que también se ocupa en la batería, instrumento que toca en Santa Cecilia, su grupo de rock.
A pesar de los obstáculos presentados a lo largo de 70 años, como la piratería o el trato con luchadores de carácter complicado al momento de hacer la maquila de su figura, lo cierto es que han sido más las satisfacciones que el negocio de los González les ha dado. “Quisiera darle las gracias a quienes han adquirido nuestras figuras, me da gusto que todavía las prefieran a pesar de la tecnología y de todos los cambios que hay, esto nos permite continuar con el legado de mi padre”
