La gastronomía italiana es reconocida mundialmente por su pasta, pizza, y el helado, sin embargo, el postre favorito del papa Francisco, no es precisamente italiano, aunque se produce en Roma.
Su heladero de confianza es el argentino Sebastián Padrón, quien desde 2018 tiene una heladería a escasos 700 metros del Vaticano. El emprendimiento de Padrón en la capital italiana comenzó como cualquier negocio gastronómico, esta es su historia.
El heladero favorito del papa Francisco
La historia de Sebastián Padrón cambió cuando su esposa le sugirió hacer llegar su producto al papa, sin saber cómo lograrlo, se acercó a la Plaza de San Pedro y preguntó a los guardias del Vaticano si podía enviarle helado.
Para su sorpresa, le indicaron que podía entregarlo y que ellos se encargarían de hacer llegar la encomienda al Santo Padre, fue así como preparó cuatro kilos de helado y los llevó personalmente.
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— CNN en Español (@CNNEE) March 6, 2025
De acuerdo con la entrevista realizada por CNN al heladero, días después, confirmaron que el Papa lo había probado y le había gustado, desde entonces, el papa Francisco se convirtió en un cliente habitual, realizando pedidos frecuentes, generalmente entre una o dos veces al mes, solicitando entre 6 y 8 kilos de helado en cada ocasión.
¿Cuál es el helado favorito del papa?
El Pontífice se inclina por sabores muy concretos: dulce de leche, mango y limón, la relación entre el heladero y el Papa se estrechó tanto que, en 2020, Francisco lo sorprendió con una llamada personal en la que lo invitó a su residencia en El Vaticano.
“Uno al inicio no sabe cómo comportarse, pero él hizo que nos sintiéramos bien, es como hablar con un vecino, simple, humilde y normal”, relató Sebastián. A pesar del tiempo transcurrido desde aquel encuentro, el Papa sigue presente en la vida de Sebastián y su familia.
Recientemente, ante la hospitalización de Francisco, el heladero expresó su apoyo y fe en su pronta recuperación. “Hacemos lo que él siempre pide rezar por él, somos optimistas, tenemos fe”, dijo Sebastián. Una historia que demuestra que, a veces, un simple helado puede unir a las personas de formas inesperadas.