Un sorprendente hallazgo en el barrio de la Lagunilla, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México (CDMX), confirma las duras condiciones que enfrentaron los mexicas tras sobrevivir a la Conquista; se trata de cuatro entierros de niños, encontrados por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El descubrimiento se realizó en un predio de la calle de Argentina número 95, durante el inicio de obras de un moderno edificio habitacional y donde, además de los entierros mexicas, también se han rescatado vestigios de etapas posteriores de la Colonia.
Según el INAH, si bien los entierros datan de los primeros años de la época virreinal, tienen características netamente indígenas.

“Después de que se forma la Ciudad de México por parte de los españoles, la población indígena continúa con todas estas tradiciones, tanto funerarias como rituales, relacionadas con el mundo prehispánico”, explica Juan Carlos Campos Varela, arqueólogo encargado del proyecto de salvamento arqueológico, que inició en noviembre de 2021.
Y es que luego de la caída de Tenochtitlan, los vencedores crearon una nueva traza para la naciente ciudad virreinal, empujando a los mexicas sobrevivientes hacia la periferia. Desde sus viviendas, asegura el INAH, los vencidos mantuvieron múltiples actos de resistencia, alejados de las miradas de los extranjeros.
Los cuatro entierros, que datan del periodo Colonial Temprano, entre 1521 y 1620, se ubicaban en una unidad habitacional mexica, la cual estaba conformada por cuatro habitaciones -entre ellas una cocina-, un pasillo y un patio pequeño que resguardaba lo que posiblemente fue un altar.
Se descubrieron los vestigios de una vivienda mexica y de cuatro entierros infantiles que datan del periodo Colonial Temprano, todavía efectuados a la usanza prehispánica, en el barrio de La Lagunilla, CDMX.
— INAHmx (@INAHmx) June 28, 2022
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Años difíciles para los indígenas
Para los investigadores, los menores no fueron sacrificados, por lo que se presume que murieron debido a alguna enfermedad. Al menos una de las osamentas presenta signos visibles de desnutrición.
Campos Varela reitera que el descubrimiento es muy importante, pues denota las difíciles condiciones de vida que enfrentaron los indígenas que no pudieron escapar del sitio ni de la caída de su ciudad.
Al no haber huellas de sacrificio ritual, se especula que las causas de las muertes estarían más asociadas a una época de crisis, aunque primero deberán realizarse pruebas de antropología física.
Una pista es el cráneo del individuo más grande, que tenía entre seis y ocho años, y en el que se observa criba orbitalia en sus órbitas oculares, una afección relacionada con anemia, infecciones, parásitos y dieta desbalanceada.
Sus restos tenían la ofrenda más elaborada: cinco vasijas, dos malacates y una figurilla con pigmento azul, representando a una mujer cargando a una niña, por lo que dicha osamenta pudo ser de una menor.

Respecto a la osamenta más pequeña, podría tratarse de un nonato, tal vez abortado de manera espontánea, debido a alguna deficiencia alimentaria o estrés de la madre.
Iba a acompañado de dos trípodes y se encontraba dentro de una olla de 35 centímetros de diámetro y 50 centímetros de alto: una práctica funeraria que buscaba devolverlo al "útero materno” de la Tierra.
Los otros cuerpos no tenían ofrendas; aunque aparte se encontró una vasija con los huesos de un ave, asociada con el mundo acuático, debido a su pigmentación azul.
Campos Varela recuerda que en el predio de enfrente, fueron descubiertos con anterioridad otros siete entierros: tres de adultos y cuatro de niños del mismo periodo virreinal, por lo que “la evidencia indica que, al menos en este barrio, quienes más estaban muriendo eran los infantes”.
Para el expecialista, el predio de Argentina 95 probablemente fue habitado por familias de sacerdotes o guerreros con cierto estatus, pues tuvieron acceso a materiales importados, como lo muestra el estuco de cal, un producto no originario de la zona.

Edificio mexica bajo edificio moderno
La etapa de excavación de los arqueólogos concluirá a fines de junio; después el área será protegida y recubierta para dar paso a la construcción.
Mientras que los más de 200 objetos recuperados, entre juguetes, silbatos, platos, vasijas, monedas y medallas, que van de los siglos XVI al XIX, serán resguardados por la Dirección de Salvamento Arqueológico.