México, tierra de emprendedores natos, se enfrenta a una paradoja: Mientras que el espíritu de iniciar un negocio arde con fuerza en millones de ciudadanos, la realidad impuesta por un sistema burocrático complejo y una carga fiscal asfixiante ahoga las aspiraciones de muchos, condenando al fracaso a un gran número de emprendedores y limitando el potencial de crecimiento económico del país.
Emprender en #México es un desafío constante...
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) January 24, 2025
Ser emprendedor es un sinónimo de valentía en un país donde los #impuestos que cobra el gobierno limitan la capacidad de ganancia para millones de personas.
Trabas y procesos burocráticos, son algunos de los aspectos que complican… pic.twitter.com/W914eJpu71
Un laberinto burocrático sin salida
El primer obstáculo que enfrenta quien desea emprender en México es la maraña de trámites burocráticos. De acuerdo con el estudio “Doing Business” del Banco Mundial, México ocupa el lugar 54 de 190 economías en facilidad para abrir un negocio.
Esto significa que, en promedio, se requieren alrededor de 9 trámites y 11 días para formalizar una empresa, un proceso que puede ser aún más largo y complicado en algunos estados del país.
La obtención de licencias de funcionamiento, permisos de construcción, registros ante Hacienda y el IMSS, entre otros, se convierten en un verdadero calvario para los emprendedores, quienes deben destinar tiempo y recursos valiosos a lidiar con la burocracia, en lugar de concentrarse en el desarrollo de sus negocios.
Esta situación no solo desincentiva la formalidad, sino que también fomenta la corrupción y la ineficiencia.
“Sería muy bueno que tuviéramos un gobierno que te dijera no te preocupes, te dejo hacer lo que tengas que hacer ya de plano. Que no te dejen hacer o que te impongan para poder hacer a veces no es tan tan lógico”, dijo a Fuerza Informativa Azteca Luis Fernando Velázquez, empresario del sector cárnico.
Impuestos: la losa que aplasta a las PYMES
Si lograr abrir una empresa en México es una hazaña, mantenerla a flote se convierte en una lucha constante contra la asfixiante carga fiscal.
Las Pequeñas y Medianas Empresas conocidas como PYMES, representan el 99.8% de las empresas en el país y generan el 72% del empleo formal, se ven particularmente afectadas por el complejo sistema tributario mexicano.
El Impuesto Sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA), el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), las contribuciones de seguridad social y los impuestos locales, representan una losa pesada para las pequeñas empresas, que ven reducidos sus márgenes de ganancia y limitada su capacidad de inversión y crecimiento.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2024 la tasa de mortalidad de las empresas en México fue del 12.8%, lo que significa que más de 600 mil negocios cerraron sus puertas.
Si bien existen múltiples factores que contribuyen a esta cifra, la carga fiscal y la complejidad del sistema tributario son sin duda elementos clave que explican la alta tasa de fracaso empresarial en el país.
“La mayor traba es la rebanada de pastel que el gobierno quiere de lo que tú estás haciendo. Hay una cierta traba a la gente que está produciendo a la gente que está haciendo economía, tal cual” aseveró a FIA Eduardo Perez, conductor de aplicación.
“Pues hay sueños que uno quiere realizar. Quieres ser mejor persona o quieres tener más ingresos y ayudar a los demás compañeros, las demás personas que trabajan con nosotros, y también que su familia tenga una calidad de vida”, dijo Pérez.
Un gobierno ausente
Lejos de ser un facilitador, el gobierno mexicano se ha convertido en un obstáculo más para el emprendimiento.
La falta de políticas públicas efectivas que impulsen la creación y el desarrollo de empresas, la corrupción rampante en diversos niveles de la administración pública y la inseguridad que afecta a gran parte del territorio nacional, crean un clima adverso para los negocios.
A pesar de los discursos que ensalzan la importancia de las PYMES, la realidad es que el gobierno actual no ha logrado implementar acciones concretas que se traduzcan en una mejora tangible para los emprendedores.
La falta de acceso a financiamiento, la complejidad de los programas de apoyo y la ausencia de una verdadera cultura de simplificación administrativa, son solo algunas de las deficiencias que persisten.
México no puede permitirse seguir desperdiciando el potencial de sus emprendedores. El gobierno debe asumir un rol proactivo en la promoción de un ecosistema favorable para la creación y el desarrollo de empresas.
Se requieren reformas estructurales que simplifiquen la burocracia, reduzcan la carga fiscal y garanticen un ambiente de certeza jurídica y seguridad para los inversionistas.
Es necesario un cambio de paradigma que reconozca a los emprendedores como el motor de la economía y que les brinde las herramientas y el apoyo necesario para que puedan prosperar, los empresarios no son los enemigos y mucho menos blanco de ataque en “Las mañaneras”.
Solo así México podrá alcanzar su verdadero potencial de crecimiento y generar las oportunidades que su población necesita.