Kamala Harris presentó su visión económica para el futuro de Estados Unidos y nosotros en México nos tenemos que preguntar cómo vamos a garantizar que continuaremos siendo parte de ese plan, y qué eso nos asegurara el puesto de principal socio comercial de Estados Unidos.
No es exageración. En los dos países estamos ante una enorme transformación y no podemos dejar en México, qué se nos vaya el camión.
Por su parte la candidata presidencial demócrata qué hoy tiene más posibilidades de llegar a la Casa Blanca necesitaba delinear sus parámetros económicos, porque la gente no conoce cuál es su visión.
El Club Económico en Pittsburgh, dentro del campus de la Universidad Carnegie Mellon, era el mejor sitio para hacerlo por su enorme credibilidad, y porque si los demócratas no ganan Pensilvania, tampoco ganarán la presidencia.
Para ganar Pensilvania, Kamala necesita presentar una visión nueva y brillante a la gente de un estado qué fue devastado por la globalización y el libre comercio. El acero chino, deficiente y barato, reemplazó al acero de alta calidad, pero de alto precio, qué salía de los hornos de Pensilvania.
Las familias qué dependían de esa industria se quedaron en la calle. Kamala Harris tiene qué presentarles más qué un sueño, porque está gente ya fue engañada antes por demócratas y por republicanos.
La mejor manera de predecir el futuro, es fabricarlo
Las razones para que México se preocupe están en los discursos y las promesas de Kamala Harris y de Donald Trump. Los dos proponen que la industria estadounidense que se fue a buscar mano de obra y materiales más baratos a otros países regrese a Estados Unidos. Millones de estadounidenses en estados como Pensilvania, se quedaron devastados y desempleados desde hace ya casi tres décadas. Esas generaciones exigen buenos empleos, ya se cansaron de ser pobres trabajando para los restaurantes de hamburguesas.
Por eso, los demócratas proponen un fondo de 100 mil millones de dólares en créditos fiscales. Son miles de millones para darle nueva vida a la industria de la manufactura. Su meta, convencer a la clase media de qué habrá futuro para ellos en su país. Para Estados Unidos el futuro ya es el presente.
Los nuevos créditos fiscales para inversiones en manufactura y producción abarcarían áreas contemporáneas clave como la biomanufactura, la industria aeroespacial, la inteligencia artificial y la computación cuántica.
La oportunidad para nosotros en México es buscar la forma de seguir siendo parte de esa misma manufactura. Ese es también el reto.
Si los estadounidenses se van a ocupar de las nuevas áreas de la alta tecnología, entonces alguien tendrá qué hacerse cargo de las otras muchas industrias tradicionales. Y para eso necesitamos primero meternos en la cabeza, qué nosotros somos los socios ideales. Después los tenemos qué convencer a ellos, demostrado qué no hay nadie mejor emplazado para eso qué México y su fuerza de trabajo, qué está cerca, qué está calificada, qué es confiable.
El Empire State Building tardó un año en construirse. El enorme edificio del Pentágono tardó 16 meses
Obviamente hay prisa, y Kamala Harris uso los dos ejemplos anteriores para demostrar qué si se quieren hacer las cosas se pueden hacer. La realidad es qué no es tan fácil. Por eso en las campañas políticas es tan fácil prometer quitar todo el “red tape”, burocracia, impedimentos legales etcétera. Si hay una nueva forma de hacer las cosas Estados Unidos está dispuesto a intentarlo.
México tendrá un nuevo gobierno a partir del martes. La próxima presidenta de México dice que la relación con Estados Unidos seguirá siendo positiva. La cuestión es si en verdad las cosas mejoraran. La gran pregunta es qué cuando nuestros dos socios norteamericanos, se den cuenta de que necesitan desde aguacates y mangos, hasta industria aeroespacial y microprocesadores, nosotros levantemos la mano y les digamos, “Yo te los vendo”.
El discurso de este miércoles fue para reafirmar que si Kamala gana la presidencia, ella adoptaría una nueva política de industrialización, y que usaría las herramientas del gobierno para impulsar a los sectores clave de la economía estadounidense. En México debemos darnos cuenta de que los dos partidos, los demócratas con Harris, y los republicanos con Trump, están enfilados a adoptar una nueva política de reindustrialización de Estados Unidos.
Los dos partidos también están dispuestos a dejar de lado las opiniones tradicionales de libre mercado, en su intento de re-construir una capacidad ultramoderna de fabricación en Estados Unidos, no para quitarnos a nosotros de en medio como sus socios, sino para competir con China, su adversario y competidor económico y su, cada vez, más creciente enemigo militar.
Un último punto, ni Estados Unidos es socio de México porque esté enamorado de los mexicanos, ni nosotros entramos en esa sociedad porque estemos enamorados de ellos. Para los dos es un negocio, un buen negocio. Y eso en este momento es muy importante no olvidarlo.