De la esperanza al desencanto: La historia del ferrocarril del Istmo... ¿un proyecto fallido?
Con la promesa de obtener 22 mil millones de pesos este año, los cuestionamientos sobre la gestión de estos recursos y su utilidad para la sociedad continúan.
El Ferrocarril del Istmo, parte del ambicioso “Corredor Interoceánico”, se anunció con gran bombos y platillos durante el sexenio pasado como un proyecto que prometía conectar el Golfo de México con el Océano Pacífico, creando un nuevo eje logístico para el país.
Con más de 40 mil millones de pesos invertidos de dinero público, el objetivo inicial era transportar miles de personas diariamente entre Oaxaca y Veracruz, así como establecer un tren de carga para competir con el Canal de Panamá y atraer inversiones a través de la creación de más de 10 parques industriales.
Contrastes: un inicio prometedor y una realidad desalentadora
La realidad es que, desde su inauguración en 2023, el tren de pasajeros solo opera los fines de semana, con apenas dos o tres corridas dependiendo de la demanda. Juan, un usuario habitual, expresa su frustración.
“Estamos entendidos que tiene corridas esporádicamente. Caminar por estas vías nos muestra que el dinero de los mexicanos se mal utiliza; aquí solo pasa el tren tres días a la semana y con solo una corrida”. Esta percepción se ve reflejada en la actual terminal en Salina Cruz, Oaxaca, que se encuentra completamente vacía.
El tren de carga también ha enfrentado dificultades; reportes indican que ha generado ingresos que apenas superan los 7 millones de pesos, lo que contrasta drásticamente con la cantidad invertida y las expectativas iniciales.
Críticas a la Gestión y los malos resultados
Gabriel Pérez, investigador de la Universidad Panamericana, señala que durante el sexenio anterior se gastaron 3 billones de pesos en infraestructura, pero muchos de estos proyectos, incluido el Ferrocarril del Istmo, no pasaron por una evaluación socioeconómica adecuada. Es decir, no se consideró si realmente estos proyectos mejorarían la situación financiera y socioeconómica del país.
En la región del Istmo, la creación de los llamados “Polos de Desarrollo del Bienestar” ha generado descontento entre los habitantes. David Zaachiña, un residente de Puente Madera, se opuso al proyecto, considerando que no beneficia a la comunidad. “Siempre engañan a la gente”, señala, aludiendo a la expropiación de 331 hectáreas bajo el argumento del bienestar común. Al recorrer el área, se observa que no hay actividad de construcción, solo un cartel que anuncia la obra.
Impacto Ambiental: el riesgo de las nuevas industrias
Los habitantes de la zona también expresan su preocupación por el impacto ambiental que puede tener la llegada de nuevas industrias. David menciona: “Ocuparían todo el pitayal, eso implica devastar todo lo que está ahí.
Si las fábricas llegan, todo se va a perder, ¿dónde vamos a ir?”. Además, las empresas locales no han percibido un aumento en el bienestar prometido, ya que muchas de las contrataciones son de fuera.