El comercio informal, el motor invisible de la economía mexicana

Mayra es una emprendedora que, a través del comercio informal, ha sacado adelante a su familia. Entre más trabaja, más gana, pero la burocracia sigue al acecho.

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Por: Gabriel Sirnes

Con información de: Lorena Trejo

En cada esquina, en cada mercado y en las calles de México, millones de personas sostienen la economía del país a través del comercio informal. Es el caso de Mayra García, una comerciante que ha encontrado en esta actividad no solo una fuente de ingresos, sino también la posibilidad de construir un mejor futuro para su familia.

Mayra, un ejemplo de vida

Si yo necesito más dinero, tengo que venirme más temprano y trabajar más horas”, explica Mayra, reflejando la realidad de los trabajadores informales: son sus propios jefes, libran sus propias batallas y fijan sus propios objetivos.

Para ella, la mayor satisfacción ha sido ver a su hijo convertirse en médico gracias a su esfuerzo en el comercio informal.

Este sector, en el que más de 32 millones de mexicanos encuentran sustento, permite a muchas madres, como Mayra, trabajar sin descuidar a sus hijos. “Nos ayuda también a tener a nuestros hijos aquí y ayudarlos a estudiar, ponerles atención entre que le echo un ojo al negocio y estoy con los niños”, relata.

Trámites burocráticos, un desafío para el comercio informal

Sin embargo, los comerciantes informales también enfrentan grandes desafíos. La burocracia y los altos costos de los trámites administrativos dificultan la formalización de sus negocios.

Nosotros sí quisiéramos que en un futuro esto se regularizara, porque con nuestros impuestos se podrían hacer muchas mejoras en el país, pero los trámites son burocráticos”, lamenta Mayra.

Por otro lado, Orlando Concha, otro comerciante, coincide en que la burocracia es un obstáculo: “Me ahorro trámites, me ahorro lo que es la burocracia, estamos salvados de impuestos”.

El comercio informal no se limita a los puestos fijos. Más de un millón de personas recorren diariamente las calles vendiendo sus productos. Irma López, comerciante ambulante, señala que montar un negocio formal es un lujo inaccesible.

Es caro, es difícil, hay que hacer trámites. Prefiero caminar, ofrecer humildemente y vender lo poquito que traigo en mi canasta”, explica. Asimismo, para Esteban Sánchez, la calle es su centro de trabajo: “Salimos a la venta, llueva, truene o relampaguee”.

El comercio informal representa a más de la mitad de la población ocupada en México. A pesar de los desafíos, los comerciantes informales son un pilar esencial de la economía nacional.

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