El pasado 14 de septiembre, el gobierno inauguró el primer tramo del Tren Interurbano México-Toluca , una obra que empezó a construirse desde hace 9 años, durante la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Originalmente se tenía contemplada su apertura en 2017, justo en el último año del expresidente mexiquense, sin embargo, por la falta de presupuesto y problemas con la propiedad de las tierras, el final de la construcción se ha ido posponiendo hasta nuestros días.
Eso sí, después de que se anunciara con bombo y platillo la (media) inauguración, el Tren Interurbano ha sido la atracción del momento para los habitantes de Toluca y pueblos aledaños, algo así como cuando a Tlaxcala llegó la primera escalera eléctrica, hace seis años. En los primeros días, la gente ha formado larguísimas filas para viajar de Zinacantepec a Lerma o a alguna de las dos estaciones intermedias de Toluca y Metepec.
En redes sociales no faltan los memes, las imágenes o los videos reseñando el paseo en el nuevo tren, y lo beneficiosa que es esta aventura mexiquense. Y es que una distancia que normalmente recorrerías entre 45 y 50 minutos, ahora la haces en 25, libre de semáforos, baches y el eterno tráfico de Avenida Las Torres.
Pero claro, no todo es miel sobre hojuelas, y mucho menos si hablamos de dinero, ya que el gasto de la construcción se ha triplicado a lo largo de estos años debido al incremento de
precios de los materiales, así como por la falta de permisos de construcción, que dejaron parada la obra. Inicialmente se destinarían 38,608 millones de pesos pero la inversión terminó subiendo a 105,000 millones, y eso si no hay más contratiempos con el tramo restante.
Para abril del próximo año tendría que estar lista la ruta completa, que va de Zinacantepec a la terminal de Observatorio, en la Ciudad de México, sumándose en total 57 kilómetros ferroviarios de los poco más de 2000 que esta administración ha habilitado con otras obras como el Tren Maya.
Solo queda esperar que el Tren Interurbano México-Toluca cuaje como debe ser, y esté libre de anomalías como comúnmente vemos con las líneas del metro, o como en aquel 2016, cuando dos de sus ballenas se desplomaron a los pocos días de haber sido colocadas.