¿De dónde vienen los baños públicos? La costumbre mexicana de asearse viene desde tiempos prehispánicos, cuando los baños y los temazcales eran el método de limpieza y curación. Sin embargo, la llegada de los españoles, que eran todo menos pulcros en esos menesteres, vino a alterar un poco el orden. Los baños de los conquistadores y su descendencia en México eran muy de vez en cuando, más bien preferían aceites o perfumes para limpiarse.
Fue en el siglo XVIII que surgieron los baños públicos, en los que había regaderas, baños de vapor y baños turcos. Con la llegada del drenaje al país, cada vez fue más común que las casas tuvieran sus propios baños por lo que la popularidad de aquellos lugares disminuyó, mas no desaparecieron, tan es así que aún quedan algunos esparcidos por todo el país.
En el barrio de San Ángel, frente al parque San Jacinto, se encuentran los Baños Colonial. Tan solo con entrar, uno se sumerge en el ambiente de los lejanos 70, pues el negocio cumple por completo con la estética tradicional de este tipo de establecimientos. La madera barnizada en tonos oscuros cubre paredes y techos, el piso es de una especie de granito, y los mostradores y vitrinas tal parece que fueron hechos para durar hasta nuestros días en buenas condiciones.
La veintena de personas que trabajan en los Baños Colonial son quienes han logrado mantener bien cuidado el recinto creado en 1969. Uno de ellos es Félix Hernández, quien desde hace 40 años trabaja ahí. Ha pasado por la caldera, por el cuidado de las regaderas y ahora es el encargado de todo el negocio, y aunque él ya está jubilado a sus 69 años, después de pandemia los dueños le pidieron regresar a lo que él considera “su vida, su trabajo”.
Desde las 6 de la mañana, las puertas de los Baños Colonial son abiertas por Félix. La gente llega para tomar alguno de los múltiples servicios que ofrecen, como los baños de vapor, masajes, baños turcos o las regaderas; y como otros negocios del mismo giro, este amplió su oferta con una fuente de sodas en la que ofrecen todo tipo de licuados, jugos, cocteles y golosinas, así como una peluquería.
América Flores es peluquera desde hace 20 años, luego de que su abuelo estuviera a cargo y la llevara a trabajar con él a los baños. Ella hace cortes de cabello y barba, así como faciales; los clientes se sientan en unos antiguos pero bien cuidados sillones de peluquería, mientras que América les realiza el servicio que necesiten, que van de los 60 a los 180 pesos.
Caminar entre el largo pasillo de las regaderas, es un deleite olfativo para los amantes del olor a cloro y jabón, gracias a las varias limpiezas que hacen por día. Las cubetas con trapeadores que esperan afuera de uno que otro cuarto a ser usados, dan la razón a la tan peculiar esencia higiénica.
Los pequeños cuartos de las regaderas se dividen en dos secciones, en la que una tiene un largo sillón para que los clientes se cambien y reposen el baño, y al otro lado se encuentra una regadera peculiar pues en lugar de llaves, tiene una plataforma chica en la que los usuarios se suben para que les caiga agua. De esta forma, Baños Colonial ahorra agua.
La planta baja tiene un enorme pasillo, más ancho que el de las regaderas, en la que baños turcos y vapores esperan a los clientes. A la mitad del corredor, hay una estación de jugos y licuados, que José, hijo de Félix, atiende. Él lleva 15 años trabajando en los baños y al igual que su padre, ha ocupado varios puestos. Ahora, se encarga del orden de este piso y prepara bebidas rehidratantes para los clientes que se han sometido a los vapores y calores.
Los baños públicos son más que un espacio de higiene, son también lugares de sanidad o por lo menos de alivio, y de convivencia, aunque a veces las cosas puedan salirse de control entre desmayos o acoso. Su presencia en la actualidad se debe más a la tradición que a la necesidad, pues cada vez son menos los que no cuentan con baño propio; ha quedado como una memoria de los tiempos que no volverán.