El pasado domingo se jugó la final de la edición número 48 de la Copa América, entre Argentina y Colombia. Por segunda vez en su historia, el certamen de futbol salió de Sudamérica y se llevó a cabo en Estados Unidos (en 2016 también se organizó en ese país), como “parte de una asociación estratégica entre la CONMEBOL y la CONCACAF para fortalecer y desarrollar el deporte en ambas regiones”, de acuerdo con el sitio oficial del torneo.
Pero lejos de la ya esperada victoria argentina o de la lesión de Lionel Messi y su desgarradora reacción, la noticia se encontró en el previo del partido, cuando aficionados de ambos países dieron un portazo en las entradas del Hard Rock Stadium, provocando, primero el retraso del partido por una hora, y segundo, que cientos de aficionados y personas de seguridad se pusieran en riesgo, por la insensatez de querer entrar a un partido sin haber pagado boleto.
¡Dan portazo! Se registran disturbios en la final de la Copa América 2024 entre Argentina y Colombia
¿Y cuál es la justificación ante tal barbarie? Que como no habían alcanzado boletos para la final, los aficionados cayeron en desesperación y por eso decidieron ingresar por la fuerza, saltando barricadas y muros .
Como consecuencia, el staff del estadio tuvo que cerrar las puertas, dejar entrar a las personas paulatinamente para poco tiempo después volver a cerrar, dejando fuera a muchos aficionados que sí tenían boleto. Aunado a esto, el calor a 29° fue factor para que algunas personas se desmayaran al estar en medio de las aglomeraciones que se disponían a entrar.
La pasión por el futbol suele descolocar a las personas, pero hay veces que los límites rebasan la civilidad, y todo se potencia en masa, porque la valentía les sale de quién sabe dónde y se atreven a hacer cosas que en lo individual jamás harían. “¿Entrar ilegalmente a un evento? ¿Por qué no? Total, en bola, ni quien nos cache”.
“¿Y así quieren organizar el mundial en 2026?” Se escuchaba entre algunos aficionados, recriminando a CONCACAF, la confederación de futbol a la que pertenece Estados Unidos, por la mala organización del último capítulo de la Copa América. ¿En serio ellos son los culpables de la brutalidad de unos cuantos vándalos?
Lo peor de todo es que este tipo de actos se justifican por el “aguante” o la pasión que alguien puede demostrar hacia su equipo. Nada más parecido a lo que los integrantes de una secta son capaces de hacer con tal de pertenecer.