En una pista de patinaje en el norte de España, entre jóvenes vestidos con ropa urbana, un patinador español de 88 años, Juanjo Urbizu, se roba las miradas con sus movimientos firmes y seguros sobre una patineta. Lejos de los estereotipos de fragilidad asociados a la edad, este residente de Bilbao se ha convertido en un referente del envejecimiento activo, demostrando que la pasión y el movimiento no tienen fecha de caducidad.
Juanjo comenzó su aventura con el skate a los 70 años, buscando una alternativa más económica a sus antiguos deportes de invierno. Desde entonces, su presencia es habitual en el parque Etxebarria, donde se desliza en el bowl grafiteado, equipado siempre con casco y protecciones.
Cabe señalar que para él, la seguridad es prioritaria, por eso limpia la pista antes de cada sesión y evita maniobras de alto riesgo.
Juanjo rompe paradigmas en la comunidad deportiva
Urbizu no solo practica un deporte, sino que ha roto paradigmas sobre la vejez. “Esto no es solo diversión, es una forma de añadir algo nuevo a la vida cotidiana”, declaró en una entrevista para un medio local. Además del patinaje, participa en intercambios de idiomas dos veces por semana, manteniendo también su agilidad mental.
Su historia no solo inspira por lo inusual de su actividad a esa edad, sino también por lo que representa: una vida activa e integrado a la sociedad a pesar de su edad.
“Romper la rutina te da una nueva vida”, reflexiona Urbizu, quien asegura que el skate lo ha ayudado a mantenerse fuerte, enfocado y, sobre todo, feliz.
Inspiración comunitaria y figura emblemática en Bilbao
La comunidad skater de Bilbao lo ha adoptado como uno de los suyos. Juanjo disfruta compartir anécdotas, enseñar con su ejemplo y demostrar que la edad es un obstáculo. Su actitud jovial, su disciplina y su conexión con los más jóvenes lo han convertido en una figura querida y respetada.
“Mis huesos son especiales”, dice con humor.
El impacto del envejecimiento poblacional en España
Actualmente, España vive un cambio demográfico notable. Autoridades indican que existen 137 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, según datos oficiales. Este desequilibrio plantea retos para el sistema de bienestar, pero también oportunidades para promover modelos positivos de vejez, como el de Juanjo.
