Para Angie, la llegada de Rufo hace doce años marcó el inicio de una amistad inquebrantable. Ahora, mientras ella se adentra en la adultez, este perro experimenta los cambios propios de la vejez. Contrario a la creencia popular, la edad canina no se mide en múltiplos de siete años humanos. La realidad es que el envejecimiento varía según la raza y el tamaño del animal.
¿Cuándo se considera que un perro entró a la etapa de vejez?
Según Francisco Carbajal, experto de la FES Cuautitlán de la UNAM, la esperanza de vida de los perros ha aumentado significativamente. Mientras que antes se estimaban 15 años para razas pequeñas, ahora se conocen casos de hasta 25 años. La vejez se considera la última etapa de vida, que en perros pequeños inicia entre los ocho y diez años, y en razas gigantes, entre los seis y siete años.
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Con la edad, llegan cambios inevitables. Los órganos vitales como riñones e hígado pueden degenerarse, y el aparato locomotor se ve afectado. La disminución del apetito, la pérdida de agudeza en los sentidos, los vómitos y los cambios de comportamiento son señales de alerta.
“Podemos notar cambios en sus ojos, como una ligera opacidad corneal”, explica Carbajal. Además, es común la degeneración de los discos intervertebrales, lo que puede causar molestias y cambios en el comportamiento.
¿Cómo mejorar la vida de tu perro de edad avanzada?
A pesar de los desafíos, es posible mejorar la calidad de vida de un perro mayor. Las visitas regulares al veterinario son cruciales. “Al menos una vez al año, o con mayor frecuencia, si notamos cambios en su actividad”, recomienda Carbajal. El veterinario puede sugerir suplementos para las articulaciones, cambios en la dieta, paseos cortos y frecuentes, y exámenes de sangre y radiografías.
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Angie recuerda con cariño las travesuras de Rufo en su juventud, como aquel encuentro con un Terranova en Chapultepec. “Aunque su cuerpo ha cambiado, su alma sigue siendo joven”, comenta con una sonrisa.
La clave para una vejez digna está en brindar cuidados adaptados a la edad del animal. Con amor, paciencia y atención veterinaria, Rufo y otros perros mayores pueden disfrutar de sus años dorados con plenitud.