La evolución no es solo cosa de los seres vivos. También ocurre en otros sistemas complejos, como planetas, estrellas, átomos y minerales. Es un proceso de cambio a lo largo del tiempo. Un nuevo estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) propone una nueva definición de evolución que no se limita a los seres vivos, una “ley perdida”.
Según este estudio, la evolución es un proceso que ocurre en cualquier sistema complejo que se adapta al entorno para cumplir una función. Los autores del estudio, liderados por el astrobiólogo Robert Hazen del Carnegie Institution for Science, identifican tres tipos de funciones en la naturaleza: estabilidad, dinamismo y novedad.
- La función de estabilidad se refiere a la capacidad de un sistema para mantenerse en el tiempo. Por ejemplo, un cristal mineral es un sistema estable porque sus átomos están dispuestos de una manera que les permite permanecer unidos.
- La función de dinamismo se refiere a la capacidad de un sistema para adaptarse al cambio. Por ejemplo, una estrella es un sistema dinámico porque cambia constantemente su tamaño y composición a medida que evoluciona.
- La función de novedad se refiere a la capacidad de un sistema para generar nuevas características o comportamientos. Por ejemplo, la vida es un sistema que ha evolucionado para adaptarse a una amplia gama de entornos, incluyendo la Tierra y otros planetas.
Los autores del estudio sostienen que la evolución es un proceso continuo que ocurre en todos los sistemas complejos, desde los átomos hasta las galaxias.
Este nuevo enfoque de la evolución podría tener implicaciones importantes para la búsqueda de vida extraterrestre. Si la evolución es un proceso universal, entonces los científicos podrían usar esta nueva definición para identificar sistemas con características similares a las de la vida.
En los seres vivos, la evolución se produce por medio de la selección natural, que favorece a las variantes más aptas para sobrevivir y reproducirse. Sin embargo, también puede ocurrir en sistemas no vivos. Por ejemplo, los planetas evolucionan a medida que cambian su composición y estructura. Las estrellas también evolucionan, pasando de ser estrellas jóvenes y calientes a estrellas viejas y frías.