En medio de la pandemia de coronavirus surgió una nueva preocupación: ¿qué hacer con los millones de cubrebocas que usamos para protegernos del virus?
Elvis Genbo Xu, toxicólogo ambiental de la Universidad del Sur de Dinamarca, y Zhiyong Jason Ren, profesor de ingeniería civil y ambiental de la Universidad de Princeton, advirtieron que es urgente reconocer la amenaza medioambiental que representa el uso del cubrebocas, que se perfila a convertirse en “el próximo problema del plástico”, pues señalan que no existe ninguna directriz oficial sobre el recilaje de estos aditamentos, por lo que es muy probable que se eliminen como el resto de los residuos sólidos.
Estudios recientes señalan que al mes se utilizan 129 mil millones de mascarillas, aproximadamente, lo que representa 3 millones por minuto en todo el mundo. La inmensa mayoría, son cubrebocas desechables fabricados con microfibras de plástico.
Los especialistas publicaron un artículo en la revista especializada ‘Frontiers of Environmental Science & Engineering’, en el que señalaron que las mascarillas desechables son productos de plástico que no pueden biodegradarse con facilidad, sino que tienden a fragmentarse en partículas de plástico más pequeñas, es decir, micro y nanoplásticos que se extienden por los ecosistemas.
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PRODUCCIÓN MASIVA SIMILAR A OTROS PLÁSTICOS
Los expertos también señalaron que la producción de cubrebocas derivados de plástico es similar a la de botellas de plástico, con 43 mil millones de unidades al mes, sin embargo, existe una gran diferencia con las botellas, pues aproximadamente el 25 por ciento de estas son recicladas, mientras que los cubrebocas no se pueden reciclar.
Ante esta problemática, los científicos coincidieron en que se debe establecer un bote de basura sólo para cubrebocas, con la finalidad de facilitar su recopilación y posterior eliminación.
También sugieren considerar una estandarización, las directrices y la aplicación de una estrategia para la gestión de residuos de este tipo. También consideran sustituir los cubrebocas desechables por otros reutilizables, como los de algodón, además de fomentar el desarrollo de cubrebocas biodegradables.
Si no se eliminan para su reciclaje, al igual que otros residuos plásticos, los cubrebocas desechables podrían terminar en el medio ambiente, afectando ecosistemas como ríos de agua dulce o incluso sobre los mismos océanos, donde la meteorización podría derivar en un gran número de partículas de tamaño micro (menores a los 5 milímetros) durante un periodo relativamente corto: semanas, lo que además provocaría una nueva fragmentación, ahora en nanoplásticos.
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