La tecnología ha llegado a niveles hasta hace años impensados. A la par, la pandemia por el COVID 19 ha complicado las relaciones interpersonales en los últimos dos años, lo que ha ocasionado el adelanto de algunos cambios que de igual forma hubieran sido inminentes en un futuro cercano.
La historia de Hatsune Miku
Hatsune Miku es un cyber-celebridad, de origen japonés. En ese país asiático todos saben quién es, pues en los últimos años se ha consolidado como una figura muy popular, que incluso tiene redes sociales propias, como las de cualquier persona. Lo extraño es que Miku es un figura digital.
Fue diseñada por la empresa Yamaha Corporation, inicialmente para fungir como una biblioteca de voz para un software, y entretener a las masas en conciertos y eventos, y es un holograma de anime con rasgos que en cualquier persona real serían muy atractivos.
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Miku ya realiza conciertos con experiencias 3D, en donde el público paga el equivalente de hasta 2,900 pesos mexicanos, pra verla en primera fila.
El matrimonio de Miku
Sin embargo, en 2018 un hombre pagó los derechos de exclusividad para tener una relación íntima con el holograma, e incluso organizó un evento en el que invitó a sus familiares y seres queridos.
El estado japonés no reconoce esta unión de forma legal, pero aún así ha desatado el enojo de millones de fans de la holograma-artista, que califican como “injusto” este matrimonio.
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Cada vez hay más digisexuales
Este ha sido uno de los casos más sonados de una relación de pareja entre una persona real y un holograma. Pero no es el único. Hay varios hombres que se definen como “digisexuales” y aseguran estar enamorados de un elemento creado con tecnología.
Principalmente en Asia, los robots y las voces “artificiales” como Siri de Apple, o Alexa de Amazon, están cada vez más integrados de lleno en la vida de las personas, lo que ha ocasionado que varias de ellas, sobre todo las que tienen problemas para relacionarse con otras personas, sientan atracción sexual por estos personajes. Hay robots, incluso, que están programados para ofrecer relaciones sexuales a los consumidores.
El COVID 19, sumado a que en este y otros países de la región es mal visto el contacto físico, hacen que los digisexuales vayan aumentando notablemente, enriqueciendo a una indiustria que ya recibe miles de millones de dólares en inversión y consumo.