La Grand Post de Argel, plaza emblemática en Argelia, lució abarrotada por cientos de argelinos que siguieron la final de boxeo -66 kilogramos en los Juegos Olímpicos, y estalló de emoción con la victoria de Imane Khelif, quien además despertó la polémica en esta justa.
“Estamos todos con ella”, dijeron sus seguidores que llenaron este sitio y que veían con orgullo ser representados.
Aficionados, jóvenes, familias, ancianas y niños vivieron con emoción el duelo y sentían a la distancia los golpes de la china Liu Yang.
“Esta chica ha hecho una cosa increíble; es la primera vez que en Argelia la gente se interesa por el boxeo femenino”, le explicó a la Agencia EFE Imad Meguelati sobre el éxito de la convocatoria: “Lo que la gente dijo sobre ella es horrible y afectó a todo el mundo; (por eso) estamos todos (aquí) con ella”, manifestó el viernes.
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La polémica sobre el género de Imane Khelif
En el mundo hubo una polémica contra su participación en los Juegos, pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI) jamás cuestionó su condición de mujer; esas versiones volcaron a los argelinos a un apoyo rotundo.
“Todos estamos orgullosos de ti, campeona olímpica Imane. Tu victoria de hoy es la victoria de Argelia y tu oro es el oro de Argelia”, escribió el jefe del Estado, Abdelmadjid Tebboune, sobre un éxito que ha trascendido lo deportivo e incluso tuvo eco en el Consejo de Seguridad de la ONU.
COI respaldó a Imane Khelif
El Comité Olímpico Internacional, que preside Thomas Bach, levantó la voz duramente contra el rechazo, polémica y discursos de odio, dando una explicación -que para muchos era innecesaria- en la que destaca que Imane Khelif nació mujer, fue registrada como mujer y es en todo sentido una mujer.
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Argelia tampoco tuvo nunca dudas. Y la historia de superación de Khelif en las Olimpiadas le convirtió en un “modelo” no solo de la “mujer argelina” sino de todo “el pueblo”, consideró Imad.
Porque su “lucha” viene de largo: de una alejada aldea de Tiaret al podio olímpico. Para costearse el billete de autobús y continuar sus entrenamientos de boxeo, tuvo que vender chatarra y su madre cuscús; mientras su padre, Amar Khalif, no estaba de acuerdo con su carrera como boxeadora.
Hoy Amar es uno de sus más entregados aficionados y defensores que siguió la final desde la modesta casa familiar rodeado de apoyo, declaró a EFE, porque hoy su pueblo, a unos 300 kilómetros de Argel, es un trasiego continúo de simpatizantes.