La historia del primer americanista que le anotó a las Chivas

Carlos Salgado
Liga MX
Florencio Caffaratti

16 de enero de 1944. El Parque Oblatos, en la capital de Jalisco, recibe el primer partido (en la era profesional) entre el Deportivo Guadalajara y el Club América. Existe una sensación de enemistad —más por lo geográfico que por lo deportivo—, pero ninguno de los presentes tiene idea del fenómeno en el que se convertirá, un antagonismo que, años más tarde, será bautizado como el ‘Clásico Nacional'.

Aquella tarde, el equipo local se impone 3-1. En adelante, se regocijará por haberse llevado el triunfo; sin embargo, la anotación del descuento, obra de un argentino llamado Florencio Caffaratti, será digna de su propia historia.

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La historia de Florencio Caffaratti, autor del primer gol de América en la historia del Clásico Nacional


Mayo del 2023. En Toluca, Estado de México, nos recibe Florencio Caffaratti, heredero y homónimo de la leyenda, del único capaz de abrir el marco rojiblanco cuando se vaticinaba un dominio abrumador sobre la camiseta crema.

Amable y sin ocultar la emoción que le provoca hablar acerca de su padre, nos muestra y describe —con gran precisión— algunas fotografías en blanco y negro. Toma asiento para realizar la entrevista. Por supuesto que llegará a la imborrable huella que su ídolo dejó en nuestro balompié, después de relatar cómo fueron los inicios en su natal.

“Mi viejo empezó en Vélez Sarsfield, lo llevó un capitán de la marina que estaba haciendo su servicio militar, anduvo muy bien atrás de Arsenio Erico, un paraguayo que es el mayor goledor del futbol argentino. De ahí, pasó a River Plate, cuando la huelga, con (Adolfo) Pedernera, (Ángel) Labruna y todos esos monstruos, con Renato Cesarini como entrenador. Pasó al ‘Taladro’, que le dicen a Banfield”, refiere Florencio, ahora en su séptima década de vida.

Y prosigue: “Ahí, lo contactó el América y llegó a México en noviembre del 43', perseguido por la policía, porque gente de Banfield, para no dejarlo ir, dijo que había sustraido del vestuario unos botines. Recién empezaba el profesionalismo aquí. En México, estaba la Liga Mayor y, después, se convirtió en la Liga Profesional”.

Desde el principio, ‘Caffa’ estuvo ligado a las raíces del americanismo. Su primer entrenador en suelo azteca fue Rafael Garza Gutiérrez, mejor conocido como ‘Récord', fundador y destacado exjugador del club.

“Del amor que tenía esa gente, como ‘Récord', se empezaba a crear con mucha ilusión lo que después se cristalizó. No había recursos económicos, transferencias o la posibilidad de grandes contrataciones; sin embargo, esa gente impresionante gestó la historia hasta hoy”, narra. “Y Papá decía: ‘fui parte de ello, de las raíces’”.

Pese a que eran sólidas, esas raíces no poseían la fuerza suficiente para reclamar el protagonismo al que nuestro entrevistado hace alusión. Su progenitor sería fundamental en el cumplimiento de ese proceso.

“Eran vacas flacas del América. Mario MorenoCantinflas’ era el presidente, no había la infraestructura. El hecho de haber llegado y triunfado en un América que no era ganador significa mucho. Faltaba todo lo que se fue dando para convertir al equipo en lo que es ahora”, reflexiona.

Y ejemplifica: “En el periódico Esto, salió un día ‘Atlante 5, Caffaratti 1', en lugar de Atlante 5, América 1".

Llegó entonces el episodio con el que comenzamos este texto. El Guadalajara, que aún no presumía el mote de ‘Chivas', liderado por nombres como Pablo ‘Pablotas’ González, Rafael ‘Rafles’ Orozco o José ‘Pelón’ Gutiérrez, le ganó sin mayor contratiempo al América, que —además de Caffaratti— contaba con emblemas como Roberto Scarone, Leopoldo Proal o Luis García Cortina.

“Haber hecho un gol, haber participado en ese primer clásico fue algo único para él. Se trató del primer enfrentamiento entre dos monstruos. Como todo en la historia, en su momento, parece intrascendente, pero a lo largo del tiempo, cuando en una entrevista le decían ‘fuiste el primero que le hizo gol a Chivas', ya una vez que caminó el Clásico, se sentía orgullosísimo”, cuenta un hijo abrazado por la nostalgia.

La revancha tuvo lugar semanas después, el 20 de febrero del mismo 44', en el Parque Asturias del Distrito Federal. Con cuatro tantos de Proal, doblete de Guido Matamoros y otro de ‘Titi’ García Cortina, el cuadro americanista humilló a los tapatíos, 7-2.

“Vienen acá, golean 7-2 y se presenta la primera gran bronca que se armó en esa rivalidad tan especial que hay entre Chivas y América. Proal, gran amigo de Papá, hace cuatro goles y se arma un broncón, como lo refieren las crónicas. Mi viejo me contaba que, cuando vio a un compañero sangrando, le salió la adrenalina. No era un hombre grande, pero era muy fuerte y, al ver la sangre, vio en frente a alguien y le dio con todo. Decía: ‘le di con alma y vida, pero no lo moví'", recuerda entre risas.

Transcurrió el tiempo y las batallas campales se sumaron a las futbolísticas como parte de los condimentos para amalgamar un Clásico. Caffaratti encarnó la esencia del América, aunque su personalidad contrastó con la soberbia que, poco a poco, penetraría las entrañas de la institución.

"Él hablaba con mucha sencillez, es la persona más noble que conocí, no era farol, no festejaba los goles como lo hacen hoy. Le chocaba eso, le parecían payasadas”, expone nuestro anfitrión, conocedor del pasado y sapiente de la actualidad.

El nivel que inmortalizó al oriundo de Santa Fe en la entidad emplumada, además del vínculo que generó al casarse con una mexicana, le atrajo focos desde los altos mandos de la Selección de México. Lo que ellos no sabían era que su identidad jamás se mezcló con el amor que aprendió.

“Le preguntaban: ‘Florencio, ¿por qué no se nacionaliza?’ y respondía: '¿Para qué? Si soy más mexicano que el pulque'. -'Y si juegan México y Argentina, ¿a quién le vas?’ - ‘A Argentina, soy argentino’”, rememora el producto de dicho matrimonio.

Su calidad hizo eco en Europa, gracias a un pastelero de la Colonia Condesa, en la capital mexicana, quien hizo de agente y lo recomendó en España. Dejó al América y, por primera vez en la historia, un argentino se puso la casaca del Barcelona.

“Su paso por Barcelona fue magnífico. Ganó La Liga del 47-48 y la del 48-49, fue el primer jugador del América en llegar hasta allá y es un orgullo para quienes después fuimos americanistas. De cierta forma, Papá representaba al futbol mexicano”, manifiesta Florencio.

Artículos de la época señalan a Caffaratti Chisalvo como un parteaguas en la causa culé y el testigo de su vástago lo reafirma: “Cuando se va de Barcelona, hay un recorte impresionante, que es el que más me gusta, habla de la partida de Florencio, todas sus cualidades humanas-futbolísticas y termina diciendo: ‘cuando en años venideros veamos un jugador con su nobleza y calidad, diremos: ‘Juega como jugaba Florencio’”.

Vestirse de blaugrana era un anuncio del destino, porque, tiempo después, su hijo —en busca de honrar el apellido— emprendería una carrera de futbolista y la combinación de colores (azulgrana) del Atlante le quedaría tatuada de por vida.

Alabado por el Camp de Les Corts, retornó a México. En 1951, volvió a militar en el América y le puso fin a su trayectoria. Algún lector se preguntará qué cualidades eran su carta de presentación para volar a esas alturas. La respuesta es cortesía de quien lleva su sangre.

“Muy fino, era el ‘8' cuando se jugaba con cinco delanteros. Era un creador, un cerebro dentro del campo, su mayor virtud era pasar muy bien, pasaba siempre con ventaja al compañero y su concepto del futbol giraba en torno a ello”, reseña su mejor alumno.

Sí, Florencio fue visto como un maestro e incluso quienes recibieron tal apodo le han dado el reconocimiento.

“El mejor jugador que vino a México fue Carlos Reinoso, después de Papá", comenta el hombre de la casa, mientras esboza un ligero guiño. “Se lo he dicho a Carlos en algunas ocasiones y él me dice: ‘Claro, lo que hizo Florencio es…'".

Un argentino y un chileno. Fueron los ‘ochos’ que brillaron con el escudo del América. Hoy, esa tarea es de un español: Álvaro Fidalgo. Si necesita guía, en tiempos de Clásico Nacional, la familia Caffaratti lo puede ayudar.

“El siempre dijo: ‘el América es un equipo que busca el arco contrario y, para ganar, hay que meterla en aquel arco’. El América, históricamente, y era lo que más le gustaba a Papá, es un equipo 100 por ciento ofensivo”, apunta.

Los relatos, en voz de su legado más grande, son la mejor crónica y el testimonio más confiable. Hace 80 años, Florencio Caffaratti se entregó al América y hoy, el mensaje que su hijo le dedica compromete al equipo de sus amores.

“Viejo, te estamos recordando, muchos años después, con motivo de un clásico. Y tú fuiste, viejo, el primero que hizo gol. Va por ti, viejito lindo”.

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