Damos un salto a 1984, año en el que el holandés Johan Cruyff decía adiós a la canchas con el Feyenoord de la Eredivisie. La salida de uno de los grandes futbolistas de la historia (con equipos como el Ajax, Barcelona o la misma Selección) dejó una gran vacío deportivo (aunque más tarde se convertiría en uno de los entrenadores más exitosos y vanguardistas) en los Países Bajos.
Así como Cruyff fue gran impulsor y precursores del “futbol total”, un joven también nacido en Ámsterdam inició una revolución musical gracias a la famosa técnica de guitarra conocida como el “tapping” (una técnica donde intervienen ambas manos, una presiona las cuerdas a la altura del mástil de la guitarra y la otra las golpea haciendo sonar notas o armonías). Su nombre: Edward Lodewijk Van Halen .
Sobre ese supuesto descubrimiento, Eddie fue sincero y puntual: “Oh Eddie Van Halen no inventó el “tapping”, el ligado ascendente y descendente, y todo eso. Yo nunca me adjudiqué eso. Pero si descrubrí cuándo y cómo hacerlo. Además, no he escuchado a alguién hacerlo con piezas de música actuales.”
También es agradecido de sus raices y del país que le abrió las puertas al llamado “sueño americano": “Llegar aquí (a Estados Unidos) con apróximadamente $50 dólares, un piano, sin poder hablar el lenguaje, pasar por muchas cosas para llegar a donde estamos, si. Si eso no es el “sueño americano”, entonces no sé cuál sea.”
Por aquellos tiempos, “Thriller” de Michael Jackson era el disco del momento y “Beat It” fue el tema perfecto para que este holandés errante se diera a conocer como la próxima deidad del instrumento, normalmente, de seis cuerdas.
Posteriormente, fue justamente su disco titulado 1984, el que cimentó a su banda Van Halen como grandes estrellas del hard rock gracias a “Jump”.
Lo hecho por Eddie, se fue reflejando en distintas canciones de eventos deportivos
Los ecos del sintetizador y los armónicos de la virtuosa guitarra de Eddie, automáticamente la convirtieron en un hit dentro de los recintos deportivos a nivel mundial. Inclusive fue votado por un colectivo británico de derechos de autor (PRS for Music) como el tema por excelencia del deporte, a propósito de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
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Desde ahí se puede apreciar como la gran entrada del Olympique de Marsella de la Ligue 1 de Francia, de los Jets de Winnipeg de la NHL, pasando por las cuadrílateros de la Lucha libra mexicana (con Love Machine). Hoy su legado sigue latente como aquella Naranja Mecánica que se mantuvo dominando hasta finales de los 80s (ganando con jugadores como Marco Ban Vasten, Frank Rijkaard, Ronald Koeman, Ruud Gullit, entre otros).
De ahí nacen las grandes legiones de amateurs del rock que lo imitan con sus guitarras al aire, gracias a ese don que lo llevó a ser todo un 10 con las cuerdas, una leyenda que nunca morirá en los escenarios y todo un grande de la experiencia conocida como los himnos del deporte.
