Michael Johnson fue un importante corredor que revolucionó la carrera de los 400 metros planos, ahora intenta cambiar al mundo de una forma positiva usando el deporte y eso lo convierte en un atleta que, aún retirado, es relevante para el mundo deportivo.
Proveniente de una familia estudiada, su madre era maestra y todos sus hermanos –incluido él–, obtuvieron una carrera universitaria. Su primera competencia en Juegos Olímpicos fue en Barcelona y sin haber perdido una carrera antes, estaba decidido a ganar la medalla de oro.
Pero días antes de la competencia se intoxicó con comida y de esta manera se esfumó toda su preparación y condición. Lamentablemente se reflejó en su desempeño y ni siquiera logró finalizar en los primeros cuatro lugares. Esta fue la decepción más grande de su vida, pero también logró impulsarlo a seguir adelante y convertirse en el velocista que después ganó los 400 metros en dos diferentes ediciones de los Juegos Olímpicos y también logró múltiples campeonatos mundiales.
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Continúa siendo una figura en el mundo deportivo
Johnson siempre quiso terminar su carrera como campeón y lo logró. Sus hazañas son recordadas en todo el mundo y cuando se retiró, decidió empezar una nueva carrera: ayudar a los atletas a dar su máximo rendimiento. Así creó la fundación Michael Johnson Performance en Dallas, Texas, que se centra en ayudar a encontrar jóvenes en todo el mundo a los que les interese ayudar a sus comunidades, y a otros jóvenes que han superado muchos desafíos igual que ellos.
Duerme poco y cuando lo hace, sueña con lo que hará mañana para ser mejor. Tiene recuerdos gratos de su carrera, pero es feliz haciendo lo que hace ahora: seguir rodeado de atletas. Sigue haciendo lo que hacía cuando competía; su rutina es la misma y continúa motivado, listo para salir a conquistar algo nuevo cada día.