4 de junio del 1982, el día que Diego Armando Maradona se convirtió en jugador del FC Barcelona, proveniente de Boca Juniros, El “Pelusa” se vistió de blaugrana por dos temporadas que produjeron tres títulos en total. Su contratación fue complicada durante años, e incluso la negociación fue turbulenta, hasta el punto de tener un arma de fuego en la mesa.
Capítulo 1: Un Diego y un Maradona | El Once del 10
Esta operación con cuatro décadas de antigüedad tardó aproximadamente cinco años en concretarse. El encargado de iniciar ese proceso, fue Josep María Minguella, agente de futbolistas. Él recomendó al Diego con el Barca cuando apenas tenía 16 años, en 1977, sin embargo no procedió por su juventud.
“A Diego lo descubrí muy joven y casi por casualidad. Era tan bueno que enseguida se lo ofrecí al Barça: concretamente a su gerente, Jaume Rosell, padre de Sandro. El club, entonces presidido por Montal, lo descartó. Costaba solo 100,000 dólares pero solo tenía 16 años y entendí que no apostaran por él en aquel momento convulso”, dijo el mismo Minguella en un artículo de su autoría en 2018.
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Diego Armando llegó al Barcelona por una cifra récord
Fue para 1980 que iniciaron las verdaderas negociaciones, sin embargo, el fichaje se retrasó dos años más, debido a que autoridades argentinas querían mantener a Maradona jugando en su país hasta el mundial de España de 1982. Por fin, el fichaje estaba a punto de concretarse y en la mesa de negociaciones, Minguella fue sorprendido una vez más.
“La negociación la llevaba el segundo presidente de Argentinos Juniors (club dueño de la carta de Maradona) con el que tuve que tratar. Se trataba del comisario Domingo Tesone, que había sustituido a Próspero Consoli. Cuando nos reunimos la primera vez, se sacó una pistola de la sobaquera y la dejó sobre la mesa ante mi pasmo y nerviosismo. ‘Espero que no le moleste, pero es que pesa mucho’, se disculpó. Y así, con una pistola sobre la mesa, fue como acordé el fichaje de Maradona para el Barça” contó Minguella en el mismo artículo.
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Y así fue como el mejor jugador del mundo en ese momento llegó a Barcelona por 1,200 pesetas (aproximadamente siete millones de euros), una cifra récord para la época.
