La increíble historia detrás de la Mano de Dios

Fue un mexicano, si, un fotógrafo nacido en nuestro país el que tomó gracias a su cámara el momento más incónico en la historia de los mundiales.

Carlos Salgado
Internacional
Mano de Dios | Diego Armando Maradona

El 22 de junio de 1986, en el Estadio Azteca, no sólo Diego Armando Maradona vivió su tarde más gloriosa; también lo hizo Alejandro Ojeda, un fotógrafo mexicano con amplia experiencia en coberturas de toda índole.

Mundial de México. Cuartos de final. El Coloso. Argentina contra Inglaterra y la revancha de una guerra. El mundo observaba con atención, pero sólo Alejandro fue capaz de captar el momento clave, el que a la postre se convertiría en un emblema de las Copas del Mundo.

Sudamericanos y europeos empataban sin goles cuando el ’10' albiceleste ideó una jugada que él mismo definió para romper el cero, de una manera poco habitual y carente de ética: con la mano. El mundo estaba seguro de que la trampa se había hecho presente en Santa Úrsula; la lógica lo sugería (el imponente Peter Shilton había perdido el brinco con un hombre de 1.65 m.), pero no existía una toma contundente para probarlo. O eso se pensaba.

Diego Armando Maradona juega el partido más importante de su vida

Alejandro Ojeda era un peluquero de perros que incursionó en la fotografía a partir de los Juegos Olímpicos de México 1968. Había cubierto los mundiales de 1970, 1974 y 1978, así como las magnas justas de Moscú 1980, en verano, o Innsbruck 1976 y Lake Placid 1980, en invierno. Ese bagaje, sin embargo, dio un giro inesperado cuando ‘el Diego’ recurrió a su genialidad para llevar a su selección a la antesala de la final.

Alejandro Ojeda hizo historia

“Mi papá, en el mundial de México 86', tuvo la fortuna de tomar la foto en el momento exacto de Diego Maradona. La llevó al periódico y, afortunadamente, la tuvo. Fue publicada al día siguiente y causó revuelo en todo el mundo”, recuerda Juan Carlos Ojeda, hijo de Alejandro, en entrevista con Azteca Deportes.

El camino hacia la redacción de El Heraldo, el diario que alquiló sus servicios para el mundial, fue una odisea emocional; sabía que su trabajo había alcanzado una pronunciada cúspide.

“Cuando (mi papá) iba rumbo al periódico, en ese entonces había que llevar físicamente el rollo a revelar, él decía: ‘traigo la foto’, abrazaba la cámara, ‘yo traigo la foto’. Él sabía, por su intuición, porque al final eso es intuición, que traía esa foto y sí, cuando se hace el revelado de la transparencia, que eran 35 milímetros, efectivamente, es la foto y estaba orgulloso”, rememora Juan Carlos, un veterinario con más de 30 años de trayectoria y cuya profesión emana de la primera afición de su padre: los caninos.

La repercusión que tuvo aquella secuencia de imágenes se extiende a la actualidad, 35 años después, pero no pasaron más que algunas horas para que la prensa internacional tocara a la puerta de Alejandro, ansiosa por poseer la reliquia de su autoría.

“Ese mismo día, en la tarde/noche, le hablaron de la BBC de Londres, que si por favor podía darles la foto, dándole 10 mil dólares, pero él no quiso, él sabía que era material del periódico y así fue”, relata su heredero.

Para algunas personas conocedoras de la propuesta, Alejandro tomó una mala decisión; no obstante, sus seis hijos sienten orgullo de la lealtad que mostró al tabloide, congruente, ademas, con los valores que les inculcó.

“Fiel a su convicción. Fue una persona muy honesta. Cuando ya estás de este lado siendo padre, te das cuenta de que al final es lo que le dejas a los hijos, un bonito testimonio de vida. Conoció muchos lugares, muchos países a través de su pasión, que fue la fotografía”, dice Juan Carlos.

Maradona - Andres Calamaro

Alejandro Ojeda recibió el Premio Nacional de Periodismo

El dinero no hizo la diferencia; la calidad de la postal, sí. Un año más tarde, llegaría el reconocimiento —tangible— de mayor importancia.

“Gracias a esa foto, mi padre tuvo la oportunidad, el año siguiente, de obtener el Premio Nacional de Periodismo en el ramo de fotografía, otorgado por la presidencia de la República, se le dio el licenciado Miguel de la Madrid en 1987", cuenta el hoy padre de una futura mercadóloga que, según su testimonio, revive —de vez en cuando— el interés por tomar una buena fotografía. Probablemente, el gen de su abuelo tenga algo que ver.

Alejandro Ojeda falleció en 1999 y, hasta el final, entregó su vida a la cámara. Muchos no saben quién es el responsable de la única foto de ‘La Mano de Dios’ y su familia no pretende lucrar con ello, pero admiten que el logro no debería pasar desapercibido.

“Esa foto está en muchos lugares, en el Estadio Azteca, en varios museos de futbol. Sería interesante que en algún momento le pusieran ahí que esa foto fue tomada por Alejandro Ojeda Carvajal, que, en ese entonces, trabajó para el Heraldo de México. Sería padre, porque sería bueno saber que en la tomó un fotógrafo mexicano”, considera Juan Carlos.

Con la pupila cristalina, recuerda, quizá, la mejor anécdota su progenitor: “Él lo contaba con los ojos llorosos, que era una maravilla haber tomado ese momento sublime del futbol, que era controversial, en un partido donde Maradona metió uno de los goles más hermosos del mundo, entonces sí fue muy bonito que él haya tenido esa gran satisfacción”.

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