Tokio, Japón. La temprana caída de la tenista japonesa Naomi Osaka, emblema de los Juegos Olímpicos Tokio 2020, la encargada de prender el pebetero olímpico, y la retirada súbita de la gimnasta norteamericana Simone Biles en plena final por equipos y, un día después, su renuncia a la final individual, reavivó el debate sobre la presión fatal que experimenta cualquier deportista, pero especialmente los grandes mitos, cuando se enfrentan a un evento olímpico.
Facundo visitó el Monte de los Suicidios
De nada sirve que las gradas estén vacías. El miedo escénico, del que hablaba Jorge Valdano para describir la fuerte impresión que recibe el futbolista en un estadio abarrotado de un público vociferante, surte efecto igual.
La ausencia de público en los Juegos de Tokio 2020, una medida para evitar la pandemia de Covid-19, no ha reducido el temor al fracaso que experimentan los deportistas olímpicos, aun cuando sean figuras consagradas como Osaka o Biles.
Tal vez te interese: Naomi Osaka, candidata a la medalla de oro, queda fuera de Tokyo 2020
“Tengo que centrarme en mi salud mental”, alegó la mejor gimnasta del mundo para justificar su inesperado abandono en la competencia por equipos.
No hubo lesión física de Simone Biles, como se temió en un primer momento. Fue un asunto de “salud mental”, reconoció la Federación Estadounidense de Gimnasia.
Tenía otra cita el jueves para defender su título individual, pero Biles también ha renunciado para centrarse en su salud. Sólo queda una incógnita: si para el domingo se habrá recuperado lo suficiente para disputar todas o alguna de las finales por aparatos para las que está clasificada.
La gimnasta norteamericana confesó que estaba sometida a un fuerte estrés “en una semana larga, en un ciclo olímpico largo”.
Sus reservas de resistencia mental entraron en peligro y prefirió no arriesgarse a sufrir un caída total cuyo arreglo iba a ser todavía más complicado.
“Somos personas, además de deportistas, y a veces hay que dar un paso al lado”, dijo Biles.
Poco antes, Naomi Osaka cayó en tenis contra la checa Marketa Vondrousova. La efigie más repetida en los carteles olímpicos en Japón.
Tal vez te interese: Simone Biles no competirá en la final individual
La fuerte presión que experimentaba ya antes de empezar los Juegos se incrementó con la rápida eliminación de la número uno, la australiana Ashleigh Barty, a manos de la española Sara Sorribes. La salida por la puerta chica de la primera cabeza de serie concentraba el foco sobre la número dos, Naomi Osaka.
La japonesa se había retirado de Roland Garros alegando también problemas de salud mental. Se había negado a comparecer ante la prensa, como exige el protocolo de la ATP.
Como lo reiteran todos los deportistas, la aura mitológica de los Juegos Olímpicos es un escenario que todos quieren pisar y al que todos temen, aunque se llamen Simone Biles o Naomi Osaka.
Usain Bolt y Michael Phelps se acrecentaban con la presión
Pero hay otros que al contrario se acrecentan con la presión de estar en las finales de sus competencias como el atleta jamaiquino Usain Bolt y el nadador norteamericano Michael Phelps.
Usain Bolt, retirado en 2017, cuando llegaba la hora solemne de salir a la pista de atletismo, el astro jamaicano, lejos de agobiarse, se agigantaba.
Igualmente le sucedía a Michael Phelps, máximo ganador de medallas en la historia de la natación, que se agrandaba cuando participaba en las finales de cualquier piscina olímpica.
Y en virtud de una extraña ley de compensación universal, los rivales de estos astros del olimpismo se achicaban en la misma medida que ellos crecían, de forma que la batalla se había resuelto antes del comienzo de la prueba.
Con información de EFE