Roberto Carlos, considerado uno de los mejores laterales izquierdos en la historia del futbol, atraviesa una compleja separación de Mariana Luccon, su esposa desde 2009 y madre de dos de sus once hijos.
A sus 51 años, el exjugador brasileño enfrenta un divorcio que no solo afecta su vida personal, sino que lo ha obligado a mudarse temporalmente a la Ciudad Deportiva de Valdebebas, propiedad del Real Madrid.
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Una vida entre lujos y conflictos personales
El exfutbolista cuenta con una fortuna estimada en 160 millones de euros, un factor que complica la división de bienes en este proceso judicial.
Mientras se resuelve la situación, Roberto Carlos dejó su hogar y se trasladó a Valdebebas, donde el Real Madrid le permitió residir excepcionalmente en una de las habitaciones destinadas a sus jugadores en concentración.
Las comodidades en su nueva residencia incluyen dormitorios con cama king size, televisores de pantalla plana, duchas con jacuzzi y una sala de estar.
Además, tiene acceso a los gimnasios y campos de entrenamiento del complejo, lo que le permite mantenerse activo físicamente.
Roberto Carlos y Luccon, quienes se casaron en 2009, tienen dos hijas, Manuela y Marina, nacidas en 2010 y 2017, respectivamente. Sin embargo, el divorcio pone fin a una relación de más de una década.
Las relaciones y una carrera futbolística brillante
La vida amorosa de Roberto Carlos ha sido tan mediática como su carrera deportiva. El brasileño tiene 11 hijos con siete mujeres distintas, incluyendo su primera esposa, Alexandra Pinheiro, y otras parejas como Dora Robles, madre de Rebecca Carla, y Bárbara Thurler, con quien tuvo a Bernardo y Betina.
En el ámbito deportivo, Roberto Carlos debutó con la selección brasileña en 1992 y participó en tres Copas del Mundo, ganando el título en Corea-Japón 2002.
En su carrera de clubes, destacó como figura del Real Madrid, donde acumuló títulos y dejó una marca imborrable.
Desde su retiro en 2015, Roberto Carlos ha desempeñado el rol de embajador de la FIFA. Ahora, su vida personal vive un capítulo complicado que contrasta con los éxitos y la estabilidad de sus años en las canchas.