La apuesta de Red Bull por Liam Lawson parece haberse convertido en un bumerán. El joven neozelandés fue elegido para reemplazar a Checo Pérez en la temporada 2025, con la promesa de darle estabilidad y competitividad al segundo asiento del equipo. Pero tras dos grandes premios, todo apunta a un enorme desacierto. Y mientras en Milton Keynes buscan salidas, en Cadillac observan el panorama con atención.
Desde que arrancó el año, Lawson ha estado muy lejos del nivel requerido. Último en las tres clasificaciones, sin puntos, sin ritmo, y con errores visibles que han encendido todas las alarmas dentro de Red Bull. La presión ya es máxima, al punto de que se habla de un inminente intercambio con Yuki Tsunoda, quien en Racing Bulls ha mostrado mucho más con mucho menos.
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La historia de Checo Pérez y Red Bull llega a su fin
Checo nunca fue el problema, y ahora Cadillac lo sabe
El mal momento de Lawson ha servido para reabrir un debate que parecía cerrado: ¿era Checo Pérez realmente el gran problema en Red Bull? Su rendimiento en 2024 fue inconsistente, sí, pero logró sobrevivir en un auto diseñado a medida para Verstappen, algo que ahora se demuestra no es tan simple.
Pérez, pese a sus altibajos, sumó puntos en la mayoría de carreras y sostuvo al equipo en los momentos complicados. Ahora, con el RB21 mostrando comportamientos erráticos incluso para Verstappen, queda claro que no cualquier piloto puede lidiar con semejante maquinaria.
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¿El perfil perfecto para Cadillac?
De cara a su debut en 2026, Cadillac necesita más que talento: requiere experiencia, conocimiento técnico y resistencia mental. Checo Pérez encaja en ese molde como pocos en la parrilla. Ya sabe lo que es convivir con Verstappen, con Horner, con Marko… y salir con la cabeza en alto.
Cadillac aún no define a sus pilotos, pero cada error de Red Bull, y cada tropiezo de Lawson, hace que el nombre de Checo vuelva a sonar con más fuerza. Su experiencia hoy vale más que nunca.
