Sin duda alguna, México es uno de los máximos exponentes en cuanto boxeo se refiere, es de los países con más campeones mundiales a lo largo de la historia; sin embargo, en el pugilismo olímpico únicamente se han conseguido 13 medallas.
La historia de las preseas en la justa veraniega comenzó en Los Ángeles 1932 con Francisco Cabañas, quien se llevó la medalla de plata luego de caer en la final ante el húngaro István Énekes. Posteriormente, en Berlín 1936, Fidel Ortiz no se quedó atrás y se adjudicó el bronce para empezar a trazar el camino que años más tarde rendiría frutos en el boxeo mexicano.
Tuvieron que pasar 28 años para que un mexicano volviera a subir al podio, gracias al bronce obtenido por Juan Fabila en 1964; sin embargo, cuatro años después se terminaría con el ayuno de preseas áureas en el boxeo.
México 68
Para 1968, la Ciudad de México fue designada como sede organizadora de los Juegos Olímpicos, algo que sin duda motivó a los atletas mexicanos a dar el máximo, y el boxeo no fue la excepción, ya que en esa edición se obtuvieron cuatro medallas en la disciplina.
Ricardo Delgado y Antonio Roldán lograron conquistar el oro en peso mosca y peso pluma respectivamente; mientras que Agustín Zaragoza y Joaquín Rocha hicieron lo propio al colgarse el bronce.
En Múnich 1972, Alfonso Zamora fue el encargado obtener el segundo puesto; cuatro años más tarde, Juan Paredes conquistó el bronce en Montreal 1976. Héctor López se ganó la medalla de plata en Los Ángeles 1984 y Mario González también subió al podio con el bronce de Seúl 1988.
Tras los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, México volvió a sufrir una sequía de preseas en el boxeo, ya que no se ganó ninguna hasta Sídney 2000 cuando Christian Bejarano ganó el bronce y luego hasta Río 2016 cayó otro tercer puesto de la mano de Misael Rodríguez.
