Cuando Lorena Ochoa le dijo adiós al golf profesional en mayo del 2010, pocos creyeron que se trataba de un retiro definitivo. El discurso del colectivo sugería un eventual regreso a la LPGA, posibilidad que, poco a poco, se disipó en la memoria de quienes gozaron con sus birdies o desarrollaron —a partir de ellos— una afición a ese deporte.
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Durante la década siguiente, la tapatía se mantuvo cercana a la disciplina que la catapultó a la cima; sin embargo, lo hizo en distintas facetas, fue congruente y jamás dejó esbozos del retorno triunfal con el que México soñaba.
Hoy, Lorena es la cabeza de una familia; tiene tres hijos, una fundación y el recuerdo de sus salidas más gloriosas. Lo que todavía no gesta es el deseo de volver a competir en el más alto nivel.
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“Extraño estar ahí el domingo y jugar para ganar un torneo, quizá levantar el trofeo, pero no extraño todo lo demás. Es una vida muy difícil y todos sabemos que es el paquete completo: estar lejos, viajando, hacer el sacrificio, entrenar 10 horas diarias y vivir una vida prácticamente en una maleta, toda la semana en diferente hotel, es algo muy duro”, rememora, en entrevista con Azteca Deportes.
Su postura es estática, igual que hace 11 años, pero la ganadora de 27 trofeos —incluidos dos majors— no puede entenderse ajena a los 18 hoyos en los que forjó una de las trayectorias más prolíficas para un deportista mexicano.
Tras su sorpresiva despedida en aquel Tres Marías Championship, el golf nacional encontró cobijo con el cuarteto conformado por Abraham Ancer , Gaby López, Carlos Ortiz y María Fassi (los tres primeros son Top 100 del orbe). Y más importante, creó las condiciones para formar una estructura que pretende descubrir y potenciar el talento de las nuevas generaciones.
“Los admiro, saben que soy su amiga y aquí estoy para ellos. Me hacen recordar, vivir y vibrar los triunfos de los nuevos golfistas; yo vivo de esos momentos, pero ya me toca estar de este lado y la responsabilidad, el buen ejemplo y todo lo que están haciendo los chavos, ya les toca a ellos”, dice, lejos de regocijarse con un apogeo que, a todas luces, es reflejo del camino que ella abrió para sus paisanos.
López, Fassi, Ortiz y Ancer fueron parte de la delegación azteca que acudió a los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Gaby fue designada abanderada y Ortiz finalizó la tercera ronda (de cuatro) en el tercer puesto. El presagio del público era un podio, mismo que no llegó. La falta de medalla desató una arenga de decepción con la que Lorena —en su fase de mentora— no está de acuerdo.
El golf no existía en México. Ahora, tuvimos 4 representantes en Tokio 2020: Lorena Ochoa
“El golf no existía en México. Ahora, tuvimos cuatro representantes en unos Olímpicos, tenemos que valorarlo y ojalá sean más en los próximos. Quizá, la lección más grande para Carlos y para todos es que se trata de una presión innecesaria. Hay que aprender a vivir con días buenos y días malos, porque los hay”, reflexiona la exnúmero uno del tour.
Sobra especificar que Ochoa Reyes es una voz autorizada en la materia; la novedad es que el instante por el que muchos clamaban ha llegado. La mujer que inspiró a miles mientras desafiaba la filosofía de ‘la victoria como resultado de la tradición’ volverá al tee y lo hará junto a los exponentes antes mencionados.
El ‘regreso’ de la leyenda será el próximo 26 y 27 de noviembre en la primera edición —de tres firmadas— del Golf Charity Classic, un torneo con sede en su natal, Guadalajara, que reunirá a los cinco mejores golfistas mexicanos de cada rama. Un match-play por parejas y un shootout a nueve hoyos par 3 serán la vía para definir al ganador.
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“Yo me siento feliz de poder participar, no siento presión porque ya no me toca a mí jugar bien, pero sí estoy entrenando y haciéndolo de una manera responsable. La estafeta está en los demás jugadores, yo creo que las nuevas generaciones son las encargadas de animar, motivar y enseñar”, refiere.
La exgolfista es consciente de lo que implica la organización de un certamen; por varios años, el Lorena Ochoa Invitational fue su marca registrada y el medio que halló para traer a las mejores jugadoras del mundo.
“Estuvimos algunos años sin evento, porque quería hacer algo diferente, especial, que me motivara, poder jugar golf para los demás. Quería algo más fuerte y que sensibilizara a estos chavos golfistas que, de un día a otro, pueden ganar mucho dinero; que siempre tengan en mente que poder ayudar a los demás y hacer la diferencia en la vida de un niño o una niña es lo más importante”, sostiene.
Toda ganancia derivada del torneo será destinada al Guadalajara Country Club y a la Fundación Lorena Ochoa , cuyo compromiso es apoyar a las personas de escasos recursos, principalmente, con herramientas para la escuela de La Barranca, por la que ya han pasado más de seis mil 500 niños de primero de primaria a tercero de secundaria.
Quizá, Lorena Ochoa ya no juegue al golf como lo hacía a los 28 años, cuando colgó los bastones en la cúspide de su carrera; sin embargo, impacta con la misma determinación, derriba mitos y guía el swing de quienes aspiran a emularla y triunfar en el green.
“El golf ya es mucho más accesible. Ya nos tenemos que quitar esa mentalidad de que es un deporte elitista. Todo está cambiando, el crecimiento que ha tenido ha sido increíble y hay que seguir adelante, porque espero que haya muchos más golfistas en México. Queremos que los niños y niñas puedan verlo en vivo, para que se motiven, para que sueñen”, como ella lo hizo un día.