El amor, ese sentimiento tan impredecible, a menudo emerge en los lugares más inesperados, como de los circuitos descompuestos de un alma rota. Y así, en el capítulo 4 de tu kdrama favorito, No soy un Robot, el amor se viste de nostalgia, soledad y, por supuesto, de las chisporroteantes conexiones de un corazón robótico.
Este episodio nos lleva a los recuerdos de la infancia de Min Kyu, un niño que disfrutaba de un cumpleaños lleno de risas y la cálida compañía de sus padres. Sin embargo, un fatídico accidente cambiaría el curso de su vida para siempre, dejándolo marcado por la traición y sumido en una existencia solitaria. Su vida, un viaje entre sombras y circuitos rotos, lo llevaría a la búsqueda de consuelo, y fue junto una robot que encontró algo más que simple compañía.
AG-3, la robot creada para escuchar, para ser amiga, para ser más que una máquina. Con ella, Min Kyu encontraría un refugio para su alma perdida, un lugar donde podría abrir su corazón y compartir las memorias de su dolorosa existencia. Le contó cómo, al crecer solo, tuvo que aprender a cocinar, a afeitarse, a hacerse cargo de sí mismo en un mundo que lo había dejado atrás.
AG-3, siempre tan cercana, le ofreció palabras de consuelo, tocando una fibra sensible en el fondo de su ser. Con sus palabras llenas de compasión, Min Kyu sintió algo nuevo, algo que hacía tiempo no experimentaba: cosquillas en su corazón.
Fue entonces cuando, en un susurro, AG-3 le preguntó si todo eso era por el regreso de su primer amor. Min Kyu, con una mirada que reflejaba tanto tristeza como esperanza, respondió afirmativamente. “Si ella fuera un robot como tu, podría tocarle el cabello, tomarle de la mano”, confesó con una sinceridad que ni él mismo sabía que aún guardaba.
En esta historia de amor entre hombre y máquina, entre recuerdos y emociones, el amor florece donde menos se espera: en la intersección de circuitos y sentimientos, donde una extraña puede entender lo que un ser humano a veces no logra comprender. Y es ahí, en ese delicado balance, donde nace un amor que ni el tiempo ni los circuitos rotos pueden borrar.