La leyenda de los nahuales se ha convertido en uno de los relatos favoritos de nuestro país. Seres muy oscuros que pueden cambiar de forma entre animal y humana, que tienen poderes sobrenaturales y dotes de brujo.
En San Juan de los Lagos, México existe una casa donde habitan distintos nahuales y brujas que asustan a los dueños de la vivienda.
¿Qué son los nahuales?
Los nahuales son, de acuerdo con la leyenda, una especie de brujo o ser sobrenatural que puede transformarse en humano y en animal. En el pasado, se creía que el hombre que pudiera conectar con su “espíritu primitivo o nahual”, podía usar esa habilidad para curar a los demás o para ayudarlos.
Para los pueblos prehispánicos, el nahualli era un brujo de los tla tlacatecolotl, que significa “hombres búho” - solamente salían de noche. Además, se dice también que los nahuales, estando en su forma animal, siempre se ven con cierta oscuridad o maldad en sus facciones.
¿De dónde viene la leyenda de los nahuales?
La leyenda de los nahuales ha sido transmitida a lo largo de varias generaciones en nuestro país, habiendo muchos dichos como "¿Temerle a la muerte? No, pero, ¿al nahual? ¡Claro que sí!”.
El relato originario de Tlaxacala cuenta la historia de seres mágicos, brujos, que pueden cambiar de forma y siempre tienen un aspecto maligno. De acuerdo con la leyenda, los nahuales pueden convertirse en coyotes, caballos, zopilotes, ajolotes, etc. Pero todos con un aspecto de malicia.
La leyenda también aclara que si un nahual era lastimado mientras estaba en su forma animal, cuando regresaba a su forma humana, la herida permanecía en su mismo lugar. También era necesario que los nahuales llevaran un cinturón de piel y alguna prenda usada para que pudieran regresar a su forma humana.
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¿Cómo es la leyenda de los nahuales?
Existen dos versiones de la leyenda del nahual. Ambas se desarrollan en Tierra de Xicohténcatl, específicamente, en el municipio de Santa Ana Chiautempan.
La primera versión relata la historia de un grupo de cazadores que estaba en la jungla. De pronto, notaron que había una gran y oscura figura entre los arbustos y las plantas que los rodeaban. Se acercaron y notaron que era un gran perro negro. Al verlo tan tranquilo, decidieron capturarlo para que se uniera a su grupo, pero cuando se empezaron a acercar, el perro comenzó a ponerse cada vez más agresivo.
Al notar que en sus ojos había mucha ira, decidieron dispararle en una pata, haciendo que este animal oscuro y enorme huyera del lugar. Ellos lo siguieron y notaron que entró en una casa cercana, y se apresuraron para alertar a las personas que pudiera haber dentro. Al tocar la puerta, los recibió un campesino muy amable, que los invitó a pasar. Cuando entraron, notaron que este hombre tenía muchos lujos y se estaba curando una herida que tenía en el pie.
Los hombres decidieron irse a una cantina, en la que no dejaban de hablar de lo que había sucedido con ese animal y ese sujeto. Fue alguien que estaba en ese lugar que se les acercó para revelarles que ese campesino era un nahual, y que probablemente había hecho un pacto con el Diablo para robar mientras estuviera con su forma animal.
La segunda versión cuenta que un par de amigos estaban pasando un buen rato en una pulquería, en lo que era una noche fría de invierno. Cuando estaban caminando de vuelta a sus casas, un enorme y feroz lobo apareció en su camino. Los dos hombres solamente pensaron en defenderse y comenzaron a dispararle al animal, hiriéndolo en la pata y haciendo que este emprendiera la huida.
Ambos hombres decidieron regresar a la pulquería para contar lo que había pasado, y el encargado del lugar comenzó a decirles que ese lobo en realidad era un nahual, y se trataba ni más ni menos que del hombre más rico del pueblo, que había hecho un pacto con el Diablo para robar el ganado estando en su forma animal, y que probablemente, al otro día, verían a ese hombre con una herida en el pie.
Nadie sabe en realidad si los nahuales son reales o no, pero es una historia que ha durado bastante tiempo y probablemente sigamos escuchando muchos años más.
