A Cada Quien Su Santo | El Santo del Almendro
Alejandro se siente culpable por varias cosas de su pasado, siente que no está haciendo un buen trabajo y se retira de la sacristía, renuncia a ser sacerdote.
Carlota se dedica simplemente a cuidar de Julia, quien está gravemente enferma. Julia siente que se está muriendo y se lo confiesa a Esteban, el párroco de su comunidad. Esteban convence a Alejandro para que ayude a Julia y le haga un poco de compañía leyendo algunos libros, ya que es ciega. Julia se empieza a encariñar de Alejandro, sabe que tiene un buen corazón, le agradan muchos aspectos de él, pero Alejandro no quiere estar con ella, no se siente seguro de que él pueda iniciar una relación después de renunciar a ser padre. Todos se dan cuenta de que Carlota provocaba los malestares de Julia, solo para quedar bien delante de los demás, así que Eduardo decide ayudarla y finalmente Julia y Alejandro pueden estar juntos.
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