¿Eres lo qué escuchas?
La música siempre ha sido un espejo y un molde de la sociedad, especialmente para las generaciones más jóvenes. En la actualidad, un género en particular ha capturado la atención de miles: los corridos tumbados. Con letras que a menudo glorifican estilos de vida ligados al crimen, el consumo de sustancias y la violencia, surge una pregunta crucial: ¿hasta qué punto lo que escuchamos moldea nuestro comportamiento?
Los corridos tumbados, una evolución del corrido tradicional con influencias del trap y el reggaetón, han alcanzado una popularidad masiva, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos. Sus melodías pegadizas y letras explícitas pueden crear una narrativa atractiva que idealiza figuras fuera de la ley y normaliza conductas de riesgo.
La delgada línea entre la ficción y la realidad
Para muchos jóvenes, la música funciona como una forma de identificación y pertenencia. Al escuchar corridos tumbados, algunos pueden sentirse atraídos por la imagen de poder, rebeldía y éxito rápido que proyectan ciertos artistas. Esta idealización puede llevar a una normalización de comportamientos peligrosos, difuminando la línea entre la ficción musical y las consecuencias reales de involucrarse en actividades ilícitas.
Si los jóvenes escuchan repetidamente sobre la riqueza obtenida a través de actividades ilegales, o sobre la resolución de conflictos mediante la violencia, existe el riesgo de que estas ideas se arraiguen en su subconsciente y afecten sus decisiones.
Posibles efectos en el comportamiento
La exposición continua a este tipo de contenido musical podría contribuir a la normalización de la violencia, las letras explícitas pueden desensibilizar a los jóvenes ante la violencia, percibiéndola como una forma común o incluso admirada de resolver problemas, al igual que, la idealización de estilos de vida riesgosos, la glorificación del consumo de drogas y la vida al margen de la ley puede llevar a algunos jóvenes a emular estas conductas en busca de aceptación o estatus.
Otro posible efecto sería la alteración de la percepción del éxito, se podría decir que la música puede presentar una visión distorsionada del éxito, asociándose únicamente con la riqueza material obtenida de forma rápida, sin considerar el esfuerzo, la legalidad o las consecuencias éticas, y por último pero no menos importante, la influencia en el lenguaje y la expresión, es decir, el vocabulario y las referencias presentes en los corridos tumbados pueden filtrarse en el lenguaje cotidiano de los jóvenes, normalizando términos y expresiones relacionadas con la violencia y la ilegalidad.
¿Todo es negativo?
Es importante señalar que la influencia de la música no es uniforme. No todos los jóvenes que escuchan corridos tumbados adoptarán los comportamientos descritos en sus letras. La personalidad individual, el entorno familiar, la educación y los valores inculcados juegan un papel crucial como filtros y contrapesos (Bandura, 1977).
Además, para algunos jóvenes, la música puede ser simplemente una forma de entretenimiento o una expresión artística sin que necesariamente influya en sus acciones. La identificación con ciertos artistas puede basarse en aspectos musicales o de estilo, sin una adopción literal de los mensajes en las letras.
Construyendo un escudo protector: claves para evitar influencias negativas
Si bien la prohibición no suele ser una solución efectiva, existen estrategias que padres, educadores y la sociedad en general pueden implementar para mitigar los posibles efectos negativos: el fomentar la escucha crítica, es decir, enseñar a los jóvenes a analizar el contenido de la música de manera reflexiva, diferenciando la ficción de la realidad y comprendiendo las posibles consecuencias de los comportamientos descritos (Livingstone, 2009).
Promover la diversidad musical, lo más comprensible sería exponer a los jóvenes a una amplia gama de géneros y artistas que promuevan valores positivos, la reflexión y la creatividad, algo que puede aportar a este tipo de comportamientos es fortalecer la comunicación familiar, ayudar a crear espacios de diálogo abierto donde los jóvenes se sientan cómodos para expresar sus inquietudes y discutir el contenido de la música que escuchan.
Lo más importante para evitar esto es educar sobre las consecuencias reales, el informar sobre las implicaciones legales, sociales y personales de involucrarse en actividades ilícitas y consumir sustancias.
En última instancia, la pregunta "¿eres lo que escuchas?” no tiene una respuesta sencilla. La música es una fuerza poderosa, pero la capacidad de discernimiento y la influencia del entorno son factores determinantes en cómo los jóvenes interpretan y adaptan los mensajes que reciben. Fomentar el pensamiento crítico y ofrecer alternativas positivas son herramientas esenciales para construir un escudo protector contra las influencias negativas y permitir que la música sea una fuente de enriquecimiento y no de riesgo.
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Referencias
Bandura, A. (1977). Social learning theory. Prentice Hall.
Livingstone, S. (2009). Young people and the internet: From home to school to peer group. In A. Esztergályos, Z. Fülöp, & D. Gáspár (Eds.), Youth and media: Cultural studies (pp. 1-18). University of Pécs.
Miranda Vega, E. M., & Claes, M. (2009). La música y su influencia en el desarrollo psicosocial de los adolescentes. Revista Electrónica “Actualidades Investigativas en Educación”, 9(2), 1-23. Recuperado de https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/aie/article/view/923/904
Vista de Influencia de la música en el comportamiento de los adolescentes | Ciencia y Academia. (s. f.). https://revistas.ucatolicaluisamigo.edu.co/index.php/CYA/article/view/4652/3984